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La Fragua de Vulcano

La Fragua de Vulcano: A veces diferenciar el amor de la pasión es difícil. Algunos dirán que es sencillo y que tan solo se necesita un poco de sabiduría. Creo que eso es proporcional a la belleza que está frente a un individuo. En mi caso, yo soy el dios de la guerra. Soy hijo de Zeus y de Hera. Soy el príncipe del olimpo y no veo razón para detener mis impulsos. Dicen que soy sanguinario y bruto. No me molesta que piensen así de mí. Parte de ser un buen guerrero es engañar a tus aliados y rivales. Sin embargo, tarde o temprano me aburro y quiero encontrar nuevas conquistas. Soy visceral y necesito saciar mis impulsos divinos.

¡Afrodita! ¡Oh, Afrodita! No hay momento más sublime en la existencia que cuando la guerra y el amor se funden en un abrazo. Es imposible que me resista a la belleza que irradia la diosa del amor. Cuando pienso en aquella espuma del mar, en cómo la tragedia de Urano se convirtió en mi dicha. Saturno creía que su forma de gobernar iba a prevalecer. Poco imaginaba que tú, diosa tan hermosa, ibas a llegar a impregnar el amor a través de miles de generaciones. Entre tú y yo todo es perfecto. Sentir tus manos recorriendo mi cuerpo es la mejor razón que tengo para existir. Lástima que sea ilegal.

Algunos lo saben, otros no. Vulcano, mi hermano, es el dios de la fragua y los volcanes. Es feo y deforme. Sin embargo, en una treta alimentada por sus complejos, subyuga a los dioses y se termina casando con Afrodita. Ella lo rechaza y jamás han tenido intimidad. Pero él es su legítimo esposo. Yo ahí solo soy el receptor del amor que la diosa Venus (Nombre romano) tiene en abundancia. Así que todos los días, cuando mi hermano se va a trabajar, yo entro en sus aposentos a entregarme al amor y la pasión. Alectrión es mi espía y se encarga de avisar cuando ya es seguro encontrarme en los brazos con mi amada.

Sin embargo, Apolo se dio cuenta. No me dijo nada a mí. El traidor chismoso fue a contárselo al mismísimo Vulcano. Mi hermano se enfureció y construyó en su herrería una red tan fuerte que ni yo, el dios de la guerra, podría romper. Entonces, mientras la guerra y el amor se fundían, la red nos atrapó y nos dejó exhibidos ante todos los dioses. Vulcano tenía la intención de dejarnos en ridículo. Pero algo raro sucedió: Los dioses, al ver la belleza de Afrodita, empezaron a manifestar su intención de intercambiar lugar conmigo. Todos la deseaban. Al poco rato, yo era el héroe y Vulcano quedó en ridículo.

Así es el amor y la belleza: Nunca vas a quedar mal con nadie si las tienes. Gran lección me deja este acontecimiento. Aun así, lleno de rabia, he castigado a Alectrión: lo convertí en un gallo. Para que nunca más se quede dormido y no me avise de la llegada del sol.  Quiero que sepas que aún sigo viéndome con Afrodita. El pintor Diego Velázquez inmortalizó en una pintura el chisme de Apolo a mi hermano. Esta obra se realizó en Italia en 1630. Hoy se encuentra en el museo de El Prado en donde, diariamente, miles de personas lo observan. Si te encuentras en Madrid, dale un vistazo a este episodio de mi vida. Gracias por leer: La Fragua de Vulcano    

aresdiosdelaguerra

Escrito por Ares Dios de la Guerra

Ares es el dios de la guerra en la mitología griega. Es hijo de Zeus y Hera. Ares es conocido por ser impulsivo y violento. Disfrutaba de la guerra por sí misma. A menudo se le retrataba como un guerrero desnudo, armado con una espada y un escudo. Sin embargo, no era muy querido entre los dioses o los mortales debido a su naturaleza cruel e imprudente.

Es amante de Afrodita. Esto desató la furia de Vulcano quien era el marido legitimo de la diosa del amor. Deimos (Temor) y Phobos (Miedo), los dos hijos gemelos de Ares y Afrodita, eran conocidos por acompañar a Ares en las batallas y aterrorizar a los enemigos. Eros (Cupido) tambien es hijo de ambos.

En la Guerra de Troya peleaba del lado de los troyanos.

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