Tyson vs. Douglas: El 11 de febrero de 1990, en Tokio, Japón, Mike Tyson se disponía a defender su título por undécima vez. Su rival, por otro lado, era un boxeador poco reconocido y que muchos consideraban inconsistente. La pelea estaba estipulada a doce rounds, pero los expertos pensaban que duraría alrededor de 90 segundos. Los comentaristas Larry Merchant y Jim Lampley decían que la pelea ya había terminado antes de empezar. La victoria del campeón indiscutible de los pesos completos era segura. En el escenario se calcula que había alrededor de 55,000 espectadores.
El día de la pelea el invicto campeón del mundo llegaba como el mejor noqueador de la división de pesos completos. Si vemos sus estadísticas ya había superado a los grandes de la historia. En esta tabla vemos el porcentaje de rounds en defensas de campeonato:
Mike Tyson: 52 rounds y una media de 5.2 por pelea
Joe Frazier: 83 rounds y una media de 6.9 por pelea
Joe Louis: 192 rounds y una media de 7.1 por pelea
Jack Dempsey: 59 rounds y una media de 7.4 por pelea
Rock Marciano: 66 rounds y una media de 9.4 por pelea
Larry Holmes: 242 rounds y una media de 10.1 por pelea
Cassius Clay 270 rounds y una media de 10.8 por pelea
Por otro lado, James Douglas era un peleador con mucho talento, pero sin el coraje necesario para luchar por sus sueños. La percepción era que tan solo era un trámite más antes de la gran pelea de 1990: Tyson vs. Holyfield.
Al sonar la campana amos peleadores salieron a hacer lo que mejor sabían hacer. Sin embargo, algo se empezó a notar desde el principio: “búster” Douglas no tenía miedo. Uno de los factores más temibles de enfrentarse a “Iron” Mike era el terror que infundía a sus rivales. Muchos salían paralizados e incapaces de fluir con una buena pelea. Uno de estos ejemplos es cuando Marvin Frazier, hijo de Joe, fue noqueado en el primer asalto sin poder defenderse. Pero esta vez era diferente: el retador salió a pelear con una seguridad que sorprendió a Tokio y al mundo.

Conforme la pelea fue avanzando veíamos como “Buster” utilizaba su alcance para neutralizar a Tyson. Además, cada vez que Mike se acercaba, empleaba su tamaño para amarrarlo y neutralizar sus ataques. Ante la incredulidad de muchos analistas, parecía que en las tarjetas Douglas iba arriba. En el ringside se decía que todos los asaltos los había ganado el retador. Algo estaba mal y la esquina del campeón empezaba a preocuparse: no se habían preparado para una pelea larga. El campeón, quien otrora se movía a los lados para no recibir golpes, ahora era un blanco fijo incapaz de armar un ataque.
En el quinto asalto el ojo izquierdo de Mike estaba totalmente cerrado. Esto le impedía ver bien los ataques de su rival. Llegó el octavo asalto y Tyson sacó un “upper” de derecha que mandó a Douglas a la lona. El retador se levantó a la cuenta de 9 y la campana lo salvó. Mike salió en el noveno a arrasar a su oponente, pero el descanso le había permitido al retador recuperarse. De nuevo los ataques se frustraron y era imposible armar un plan de ataque capaz de devolverle la pelea al campeón. La pelea se estaba perdiendo y los comentaristas especulaban de un nuevo campeón indiscutido de los pesos completos.
En el asalto 10 sucedió lo impensable: Tras una serie de ataques muy bien coordinados, Mike Tyson se fue a la lona y no fue capaz de levantarse. Había un nuevo campeón indiscutido. ¿Por qué Douglas pudo vencer a su oponente? La respuesta es porque le perdió el miedo. ¿Por qué Tyson no pudo vencer a su oponente? La respuesta es porque se confió demasiado. En el arte de la guerra no hay enemigo pequeño. La esquina de Mike olvidó llevar equipo para una pelea larga. Los entrenadores originales de Tyson ya no estaban con él. Esto demuestra que el dominio de las emociones es un factor vital para obtener el éxito. Gracias por leer: Tyson vs. Douglas
Dedicado a mi buen amigo Armando Patrón López
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