Entonces: nací.¿Alguna vez te has preguntado cómo fue tu creación? Más allá de entender la concepción básica de un óvulo y un espermatozoide, me refiero al momento exacto en que tu primera célula se formó, dando inicio al proceso que nos llevó a convertirnos en lo que somos hoy.
Este pensamiento me lleva a reflexionar sobre el aspecto celular y molecular de cada ser humano, y cómo está ligado a la combinación del ADN que nuestros padres nos proporcionaron. Gracias a esta contribución genética, se transmite la cadena que nos define como individuos y como parte de un sistema familiar más amplio.
Al volver a este momento de creación celular y su conexión genética, es importante considerar la historia de aquellos que nos precedieron, quienes contribuyeron a dar forma a nuestras vidas antes incluso de nuestro nacimiento. Cada historia familiar, desde padres y abuelos hasta ancestros más remotos, aporta su singularidad a nuestra identidad y al tejido de nuestra existencia.
Es esencial reconocer y honrar la vida de nuestros ancestros, quienes han dejado su huella en nuestra historia genética y familiar. Cada uno de ellos ha experimentado una gama de emociones, tanto positivas como negativas, que forman parte de nuestra herencia genética y que moldean nuestras interacciones familiares desde tiempos inmemoriales.
Si pudiéramos elegir las emociones que acompañaron nuestra creación, ¿qué sentiríamos? Esta reflexión nos invita a conectarnos con nuestra esencia y a asumir la responsabilidad de ser quienes queremos ser, respetando nuestra historia familiar pero también reconociendo nuestra individualidad.
Así, nacimos de la unión de nuestros padres y de la larga cadena de ancestros que nos precedieron. Pero ahora, nacemos de nuestra propia conciencia, con la determinación de utilizar nuestros talentos para enriquecer nuestras vidas y las de quienes nos rodean.
Gracias por leer:Entonces: nací.
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