Pasteles de Nata: El Tesoro Dulce de Portugal: Si hay un dulce que hace suspirar a cualquiera que pise Portugal, ese es el pastel de nata. Pequeño, dorado y con un relleno cremoso que derrite el alma, este manjar tiene una historia tan rica como su sabor.
El Origen de los Pasteles de Nata

La historia de los pasteles de nata se remonta al siglo XIX en el barrio de Belém, Lisboa. Los monjes del Monasterio de los Jerónimos usaban claras de huevo para almidonar sus hábitos, lo que dejaba toneladas de yemas sin destino. ¿La solución? ¡Convertirlas en deliciosos postres! Así nacieron los primeros pasteles de nata, conocidos como «Pastéis de Belém», vendidos en una pequeña panadería junto al monasterio.
Cuando en 1820 cerraron los monasterios en Portugal, la receta secreta pasó a manos de una familia local, que hasta hoy sigue preparando estos pasteles con un toque especial.
¿Qué Hace Únicos a los Pasteles de Nata?
Su magia está en la combinación de masa hojaldrada y relleno de crema de huevo y azúcar, horneados hasta que la superficie se carameliza ligeramente. Servidos con un toque de canela y azúcar glas, son la excusa perfecta para acompañar un café portugués bien cargado.
Pasteles de Nata en el Mundo
Hoy en día, los pasteles de nata han conquistado paladares más allá de Portugal, desde cafeterías en Londres hasta panaderías en Hong Kong. Son un símbolo del legado gastronómico luso, que sigue enamorando a quienes buscan un bocado de historia en cada mordisco.
Si alguna vez visitas Lisboa, no olvides probar un auténtico pastel de nata recién horneado. ¡Pero cuidado! Son tan irresistibles que quizás no puedas comer solo uno.
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