¿A dónde nos dirigimos con los avances tecnológicos? La habilidad de la “X” para hacer la intersección entre el corporativo y la computadora personal es el primer gran detonante de la relación de los individuos y la nueva tecnología. Los Millennials, con su vocación comunitaria, convirtieron los móviles en herramientas de integración social. La llegada de los algoritmos y el chip de tercera dimensión van a llevar a la sociedad a un escenario complejo donde los límites no son claros.

Ante el hartazgo por los temas de inseguridad, lo cual demuestra que vivimos en un estado fallido, la tecnología va a ir convirtiéndose en una necesidad cada día más elemental. La gente hoy pone cámaras en sus casas y les coloca “Tags” a sus hijos para siempre saber dónde están. Conforme los avances se vayan estableciendo, el gobierno también irá utilizando estas herramientas para vigilar a sus ciudadanos. En un mundo hipertecnológico las computadoras centrales y los algoritmos van a hacer que la vida de las personas no tenga ningún secreto. A cambio de eso habrá seguridad.
¿Puede el hartazgo social terminar por generar un superestado que controle todos los aspectos de TU vida? La respuesta es que sí. Hay dos elementos que van a ayudar a crear esta situación: La tendencia generacional comunitaria de los Millennials y la afinidad tecnológica de la generación contemplativa. Ambos grupos mueven el péndulo de la historia hacia las instituciones. Su naturaleza aprecia el consenso y la experiencia. Y con los grandes avances que vienen, desde la salud hasta el entretenimiento, los algoritmos van a saber más de los individuos de lo que ellos podrían llegar a conocerse en vida.
La gran promesa del intercambio de poder por seguridad es muy tentadora para una comunidad a la que le duele vivir. El reto es que, a pesar de todo, las libertades individuales prevalezcan y saturno no pueda devorarte. Al final la humanidad vive en ciclos históricos y el pensamiento comunal va a empezar a mermar. Nuevas generaciones van a buscar recobrar su individualidad lejos de los ojos de las instituciones gubernamentales. Sin embargo, para que eso empiece a suceder faltan por lo menos 50 años. Nuestro próximo escenario es un mundo hipertecnológico.
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