Cleo ve a los ojos a Fermín, afuera se escuchan balazos, la gente corre, estudiantes caen heridos o muertos. Es el jueves 10 de junio de 1971. Los estudiantes capitalinos se manifiestan en contra de las políticas que se han establecido en la Universidad Autónoma de Nuevo León. Quieren hacerse sentir y demostrar su fuerza social. Muchos descartan el uso de la violencia por parte del Presidente Luis Echeverría Alvares ya que eso dañaría su imagen internacional.
La manifestación va bien en un principio pero en realidad los estudiantes están caminando hacia una trampa. Existe un grupo paramilitar esperándolos con el fin de acabar con el movimiento. Finalmente el choque se da entre los Halcones y los estudiantes. Los universitarios no llevan armas y empiezan a caer victimas de los misiles. Esta vez ni la policía capitalina ni el ejercito han disparado. Sin embargo la prensa no compra la versión oficial y ese día hoy se conoce como el “Halconazo”.
El México que Alfonso Cuarón nos enseña, de principios de la década de los setenta, es el de una nación despertando individualmente. Cada individuo reclama su posición ante las instituciones mexicanas. Los estudiantes, idealistas y enamorados de México, luchan contra lo que ellos piensan que es la opresión del individuo. Por su parte el gobierno quiere mantener las cosas como están. Las instituciones se niegan a cambiar. Y eso pone a la sociedad mexicana en medio de un choque de trenes.
“Roma” es una película que refleja ese individualismo. Dos hombres rehúyen a la institución de la familia para seguir su camino por una corrupta individualidad. Los niños enfrentan ese choque como una falta de amor por parte de sus padres (Algo muy típico de la Generación X). Al final nadie es ni más feliz ni más contento, los personajes solamente evolucionan. Así es la vida: los logros y los fracasos se convierten en experiencias para hacer la vida algo más sencillo.
Opinión de Edwin Carcaño Guerra
Twitter: @ecarcanog
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