Todos los días conozco nuevos emprendedores. Algunos ya experimentados y otros que apenas dan sus primeros pasos. Participar en ClubHouse, tener un podcast y escribir esta columna me abre puertas con gente muy interesante. Una de las preguntas más comunes es: ¿Qué hay detrás de un emprendedor exitoso? Hay varias respuestas y recuerdo aquel curso que tomé en el Mashav (Israel, 2008) en donde el énfasis se hacía en el plan de negocios y en los procesos. Pero hoy hablaré de una característica muy común y poco valorada: La Voluntad de Emprender.
Si pudiéramos poner un orden en los sentimientos de un emprendedor, el primero es la ilusión del éxito. La idea de la libertad, de tener un gran producto y de hacerse rico son el primer empuje de muchos recién iniciados en las artes de los negocios. El emprendedor siente entusiasmo y prospecta un futuro muy feliz. Sin embargo, estos tiempos de alegría pasan y tras una temporada entra la frustración. Para muchos aquí se acaba el proyecto y cambian a uno nuevo. Para otros esta frustración se convierte en voluntad de seguir adelante. Así nace la voluntad de emprender.
Con fuerza y determinación, el nuevo empresario resuelve permanecer en la lucha. A estas alturas el negocio va entre el tercer y cuarto año. Pero hay una realidad que con el tiempo se manifiesta de manera difícil: La voluntad también se agota. En el momento en el que una persona invierte todas sus fuerzas en su carrera profesional aparecen problemas en otros frentes de su vida. Es aquí cuando hay que reconocer el momento para no perderlo todo. La voluntad de emprender no es el secreto del éxito. ¿Entonces dónde está el triunfo? Varios autores y filósofos concuerdan en esta respuesta: Los hábitos.
La voluntad no es la llave del éxito. Los buenos hábitos si lo son. Un emprendedor con el comportamiento habitual correcto tiene más probabilidades de triunfar. El hábito de cuidar el dinero y usarlo de forma estratégica aumenta el porcentaje de ser exitoso. Tener un mal hábito, como no saber cuidar la moral de los compañeros de trabajo, es un indicador de un futuro fracaso. Y aquí entran los procesos: Es mejor construir desde temprano una estructura funcional y no querer jugar al llanero solitario (Solo contra el mundo). Cuidado con las emociones porque no son tus mejores aliadas. La razón, sobre todo.
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