Recientemente la película “Terminator” volvió a las salas de cine. La cinta traía varias sorpresas para los fans de la saga. La parte más importante, desde mi perspectiva, fue cuando Sarah Connor dijo: “La humanidad nunca aprende”. Así expresaba su frustración tras enterarse de que de nuevo había ocurrido una guerra entre la Inteligencia Artificial y los humanos. De nueva cuenta, robots diseñados para matar, viajaban al pasado a exterminar a la futura líder de la resistencia.
La inteligencia artificial ha sido adoptada por todos. Los teléfonos móviles nos dan ubicaciones, comunicación, correos electrónicos, aplicaciones de salud, redes sociales, diversión y noticias en tiempo real. Hoy la información se guarda en la nube y miles de datos se almacenan en enormes bodegas de hardware. Sin embargo, poco a poco, toda la información de la vida de los usuarios esta convirtiéndose en publica. Hay aplicaciones que “saben” la calidad de sueño de sus usuarios: ¿Es lo mejor?
Todos hemos escuchado a mucha gente comentar acerca de cosas aparentemente “inexplicables” que le han sucedido con sus computadoras y móviles: Un grupo de personas están platicando acerca del sándwich Montecristo y de repente en YouTube les empiezan a aparecer recetas de cómo preparar estos aperitivos. La gente menciona tener antojo de una hamburguesa y empieza a salir propaganda en sus celulares de donde esta la mejor “Burger” de la ciudad.
Siri, Alexa, Google y demás, tienen como función hacernos la vida más fácil y sencilla. A cambio de eso, necesitan toda la información acerca de la vida de sus usuarios. Datos, convertidos luego en estadísticas, valiosísimas para quienes pretenden colocar productos y servicios de una manera híper eficiente: como si fueran tiros de precisión. El tema de la IA avanza todos los días. Nuevas tecnologías mejoran los sistemas de recolección. Poco a poco las decisiones las empiezan a tomar las máquinas.
Twitter: @ecarcanog
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