Una de las noticias de la semana es la detención ilegal de Jorge Ramos y todo su equipo en el Palacio de Miraflores. La idea de entrevistar a Nicolás Maduro ya era una empresa arriesgada: es un hombre totalmente corrompido por el poder. El ser humano que se abandona a la soberbia difícilmente se puede recuperar. La única manera de permanecer centrado y con una mente abierta es viviendo en la humildad. La tragedia de Venezuela puede estar ante el principio del fin.
Recuerdo haber platicado con varios venezolanos que abandonaron su país, dejando familia y sueños, para convertirse en nómadas del mundo. Las historias son duras de contar y escuchar. Una amiga que abandonó Venezuela me contaba que las toallas femeninas se subastaban. Varias mujeres se quejaron y los tiranos respondieron: “Aprendan a usar papel periódico”. Esa respuesta es difícil de asimilar y solo la puede dar alguien que no tiene corazón.
Jorge Ramos es un reportero incisivo. Sabe hacer preguntas filosas e incomodar a la gente de poder. Nicolás Maduro es un hombre soberbio y tiránico. Esta acostumbrado a que sus subalternos le aplaudan todo. La llegada de un periodista que no le tiene ni miedo significa un momento muy difícil para él: su mente ya no sabe lidiar con gente que lo contradice. Cuando la entrevista comienza entonces el tirano se desmorona.
La cobardía y la impotencia de Nicolás Maduro se deja en manifiesto cuando ejerce la tortura psicológica en contra del equipo de CNN. Les arrebata las cosas, les paga las luces y trata de intimidarlos. El tirano vuelve a fracasar. Esas no son las formas. Incluso el Canciller Marcelo Ebrard expresó su preocupación, de manera oficial, por el periodista mexicano-americano. Las señales son claras: el régimen de Maduro esta dando sus ultimas patadas de ahogado.
Opinión de Edwin Carcaño Guerra
Twitter: @MGeneracional
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