El 9 de noviembre de 1989 una de las estructuras más vergonzosas de la historia de la humanidad dejo de existir. Ese día los habitantes de Berlín vieron caer el muro más humillante del siglo XX. Finalmente, Alemania era libre y aquella división de concreto, alambre y francotiradores ya no cobraría más vidas. El Muro de Berlín siempre será un recordatorio para la humanidad de lo que hacen un Estado demasiado poderoso y las nefastas enseñanzas de Carlos Marx.
La economía soviética, como todas las economías socialistas, era débil y pobre. Esto ocasionó que miles de personas que vivan en Berlín Oriental empezaran a emigrar al lado occidental en donde la economía funcionaba era robusta y prospera. La mayor parte de la gente que huía eran personas preparadas y eso puso en alerta al bando comunista. Ante la incapacidad de detener el flujo de personas que intentaban abandonar el paraíso socialista de Stalin se decidió construir un muro.
El Muro de Berlín llego a tener un perímetro de 155 kilómetros. El castigo por cruzarlo ilegalmente era la muerte. Se estima que 300 personas murieron a manos de los guardias que custodiaban esta vergonzosa aberración. Sin embargo, más de 5,000 personas lograron cruzar el muro con vida y encontrar libertad y prosperidad en el mundo libre. La idea de Stalin para justificar el Muro fue que se estaba haciendo un complot fascista para acabar con la libertad de los habitantes de Berlín Oriental.
Pero el Muro de La Vergüenza finalmente sucumbió al grito de libertad de una generación que no estaba dispuesta a vivir con aquella línea divisora. La libertad llegó el 9 de noviembre de 1989 y finalmente Alemania pudo reunificarse. Familias que vivieron separadas durante casi 30 años pudieron reencontrase y disfrutar de la libertad que la URSS no podía darles. La generación Millennial nunca debe de olvidar esta historia. No deben de permitir que una obra de este tipo vuelva a dividir a la humanidad. Conocer la historia significa no repetirla.
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