El desabasto de combustibles en el país el día de hoy nos alarma a todos. Las imágenes de las largas filas esperando nos recuerdan lo peor de la memoria colectiva: ¿Nos espera convertirnos en Venezuela, Cuba o Nicaragua? La población mexicana ha resistido el embate de la carencia de gasolina con la esperanza de que este sacrificio acabe con la corrupción. La gente ha puesto su confianza en AMLO para que, bajo su liderazgo, México sea un mejor país.
Sin embargo si la operación huachicolera fuera desarmada y completamente erradicada aun nos queda un problema: todos aquellos que no enfrenten la justicia, acostumbrados a no respetar las instituciones nacionales, volverán a operar en algún rubro ilegal. El gran problema es lo que sucede en las mentes de las personas que prefieren el delito a la institucionalidad. Un cambio de actitud nacional hacia un pensamiento más colectivo es lo único que puede salvarnos.
¿De donde viene esta actitud tan hostil hacia las instituciones? El origen esta en las décadas de los sesenta y setenta. Durante esos años los adultos enfrentaron un Despertar Individual que tuvo como momentos cumbre el 2 de octubre del 68, el avandaro y el jueves de Corpus. El mundo de los niños de esos años era completamente aislado. Fue así como la Generación X (nacidos de 1960 a 1982) aprendió a vivir sin instituciones.
Chabelo decía que la “X” era espantosa. Y en parte si lo es por su excesiva individualidad: Nunca ningún otra generación se ha divorciado tanto. Haber crecido con poca atención de los adultos y siempre en pandillas se volvió el común denominador de este grupo de mexicanos que hoy no reconoce a ninguna institución mexicana. La solución entonces es volver a lo básico: la lucha debe de ser por regresar la institucionalidad a cada rincón del territorio nacional.
Opinión de Edwin Carcaño Guerra
Facebook: edwincarcanoguerra
GIPHY App Key not set. Please check settings