Mundo Generacional… El Empleado Perfecto

El Empleado Perfecto sí existe y lo sé reconocer. Tras más de 20 años dando conferencias y asesorando a alrededor de 150 organizaciones, he aprendido cuáles son las características de los mejores miembros de un equipo. Me llama la atención como hay muchos choques culturales acerca de lo que debe de ser un líder. El que dirige el proyecto, según yo, al final es el único responsable del desenlace. Esto puede parecer injusto para el director general, pero es la razón por la que cobra su sueldo. Los equipos de trabajo necesitan de una cabeza que tome las decisiones correctas. 

¿Qué hace que un empleado se destaque sobre otro? Los estilos son muchos, pero al final, el mejor de todos, es aquel que es brillante por decisión propia y no por seguir al jefe. Esto significa dos cosas: resolver problemas y saber trabajar en equipo. Estamos viviendo tiempos evolutivos en los que la individualidad se está negando y la colectividad vuelve a tomar parte importancia. Ahora viene una duda más profunda: ¿Cómo puede un individuo llegar a tener estas habilidades? La respuesta es sencilla: Tiene que saber la diferencia entre expectativa y esperanza. A continuación, explico un ejemplo.

El empleado “A” entra a laborar a una organización y quiere subir rápido en la escalera corporativa. Trabaja fuerte y utiliza su astucia para convertirse en una figura clave en el área de mercadotecnia. Se desvela y realiza horas extras. Al final del año anuncian los aumentos de sueldos y a los nuevos gerentes. Nuestro amigo “A” no consigue nada y eso le causa una fuerte depresión. Se desanima y comienza a trabajar solo para llenar la cuota. Culpa al líder de no haber valorado su energía. Mientras tanto, el empleado “B” tampoco recibió ningún aumento o promoción. Sin embargo, trabajó fuerte, está muy feliz y motivado.

Con el paso del tiempo, el empleado “B” va a llegar más lejos y tendrá una posición sólida dentro de la compañía. ¿Cuál es la diferencia? Uno jugó con altas expectativas y al no lograr lo que quería se transformaron en frustración. El otro hizo lo que había que hacer y simplemente confió en que lo mejor iba a suceder. Jugar el juego con esperanza es no tener ningún apego al futuro. No condicionarse a nada de lo que vayas a hacer. Trabaja bien, disfruta tus logros y trata a todos con amor. Y aquí creo que se esconde una de las grandes diferencias entre los “X” y los Millennials. Ahi se esconde El Empleado Perfecto.