Edwin Carcaño Guerra
Hay generaciones que tienen una misión muy difícil en la vida y hay otras que tienen una existencia fácil. Durante los últimos años, en todas las conferencias que he dado acerca de las generaciones mexicanas, he dicho que ser de la generación “X” (1960 a 1982) es lo más difícil. Hoy como grupo generacional estamos pagando los platos rotos de las generaciones Silenciosa y Boomer. José López Portillo, la reencarnación de Quetzalcoatl, nos arruinó con su nacionalización bancaria.
Hoy los adultos de la X están en su mejor momento para producir y en una economía nacional que está arruinada. Es como salir a cosechar en la peor parte del invierno: no hay casi nada. Por otro lado, la juventud de los Millennials, es su gran ventaja. Hoy esta situación se va a convertir en aprendizaje para cuando lleguen a ser adultos. Recordarán estos tiempos como momentos difíciles en los que sus esperanzas de cierto estilo de vida se convirtieron en una total frustración.
Al final tanto la X como los Millennials (1982 a 2005) se van a transformar en una mejor versión de sí mismos. Pero para la X será una labor exhaustiva y que dejará mal sabor de boca. Para los millennials se convertirá en una experiencia no deseada que los obligó a tener que madurar y tomar decisiones. Aquella vida fácil y libre con la que soñaban tuvo un abrupto final. Los giros y piruetas en los que la economía nacional va a entrar aún son difíciles de prever.
Los mexicanos más pequeños pertenecen a la Generación Contemplativa (2006 hasta el 2030 aproximadamente). Su nombre se debe a que hoy solo están en una posición en la que contemplan a los Boomers, “X” y Millennials tomando decisiones. Es poco lo que pueden hacer ya que por estar en la niñez su participación se limita a obedecer las decisiones de los adultos. Cuando tengan nietos, en el año 2080, les van a contar acerca de cómo su casa se convirtió en escuela virtual y era muy aburrido.
Twitter: @MGeneracional
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