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Leninidad y la Irresponsabilidad del Gobernante

Hay términos que resuenan en la historia como ecos de un pasado que nunca se va del todo. Leninidad, por ejemplo. Suena fuerte, ideológica, casi mítica. Pero ¿qué significa realmente? Si le quitamos el polvo de la propaganda, nos queda la esencia de un estilo de gobierno que, con el puño cerrado y la mirada fija en el horizonte utópico, ignora una verdad incómoda: la irresponsabilidad del poder.

Porque una cosa es prometer el paraíso, y otra muy distinta es administrarlo.

Gobernar sin Mirar Atrás

Lenin, el hombre, la idea, el símbolo, tenía una certeza absoluta: la historia se escribe con pasos firmes, sin dudar. Pero ¿y si esos pasos van en la dirección equivocada? La irresponsabilidad del gobernante comienza cuando deja de preguntarse si está errando el camino.

Es fácil encender la chispa de una revolución. Lo difícil es apagar el incendio después. Lenin fue un maestro en lo primero, pero el precio de lo segundo lo pagaron otros. La economía en ruinas, la represión convertida en norma, el poder concentrado en unos pocos con la excusa de “el bien común”.

¿Qué nos dice esto sobre el presente?

Promesas Grandilocuentes, Consecuencias Reales

El líder irresponsable, como el leninista más apasionado, tiene una fórmula infalible:

  1. Promete un mundo nuevo.
  2. Desprecia los límites de la realidad.
  3. Cuando las cosas salen mal, culpa a los enemigos.

Así, la irresponsabilidad se viste de discurso épico. Lo hemos visto tantas veces que ya deberíamos reconocer el patrón: el gobernante que se aferra al poder como si fuera su derecho divino, que justifica cualquier abuso con la excusa de la “lucha del pueblo” y que, cuando la economía se desmorona, busca traidores en lugar de soluciones.

Y mientras tanto, la gente sufre. Porque la historia no se escribe con discursos, sino con el hambre en los estómagos y el peso del día a día.

El Deber del Gobernante

Gobernar es un acto de humildad, no de omnipotencia. No basta con tener una visión, hace falta escuchar, corregir y—sobre todo—rendir cuentas. Lenin creyó que podía moldear la sociedad con un martillo y un libro de teoría. Pero los pueblos no son arcilla, ni los problemas se resuelven con frases grandilocuentes.

Quizás la gran lección de la leninidad y su sombra irresponsable es esta: el líder que no reconoce sus errores está condenado a repetirlos… y a hacer que su pueblo los pague.

Lideres descompuestos

La historia está llena de líderes que confundieron sus ideales con la realidad, y sus deseos con el destino de todos. Lenin fue uno de los primeros en hacerlo a gran escala, pero no ha sido el último.

Así que la próxima vez que un gobernante hable de un mundo perfecto sin admitir ni un solo fallo en su gestión, recordemos la advertencia de la historia: no hay revolución que valga la pena si deja más ruinas que esperanza.

Gracias por leer:Leninidad y la Irresponsabilidad del Gobernante

Francisco Javier Alejo López - Equipo de Edwin Carcano Guerra

Escrito por Francisco Javier Alejo López

El Embajador Francisco Javier Alejo López es licenciado en Economía (UNAM). Cuenta con un posgrado en Planificación Económica y Social del ILPES de la ONU en Chile y es candidato a Doctor por la Universidad de Oxford.

Ha sido catedrático en el Colegio de México, el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y las facultades de Economía y Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de México (UNAM).

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