in

Las tres langostas nomadas

Clotilde solo tenia un ojo. La perdida de la mitad de su visión a manos de su hermana había significado mucho dolor para ella. Esa difícil experiencia la mantuvo mucho tiempo en la depresión y el dolor sabiendo que nunca recuperara su ojo perdido. Sin embargo los dioses del Olimpo se apiadaron de ella y le concedieron el don de poder leer todo lo que los humanos escribían y entenderlo sin importar el idioma. Eso la hizo muy feliz y se pasaba horas enteras leyendo todo lo que pasaba frente a ella y con el tiempo llego a comprender mucho de lo que sucedía a su alrededor.

Cleopatra disfrutaba de la vida que tenia. La abundancia siempre había formado parte de su vida. Recibía mucha comida y siempre estaba saciada. La única vez que no lo estuvo se enojo tanto que le arrancó un ojo a su hermana y se lo comió. Su platillo favorito era la sardina del mar del norte. Su posición de consentida y bien servida era envidiada por su dos hermanas que no recibían el mismo trato. También gozaba de mucha belleza: era muy común que los seres humanos se acercaran a verla y la admiraban. Ella, sabiendo que era la mas hermosa que sus dos hermanas, las maltrataba con palabras despectivas.

Clara se consideraba una langosta normal. Su actitud siempre era moderada y aguantaba en silencio las ofensas que le hacia su hermana. Por otro lado disfrutaba mucho escuchando las historias que su hermana le contaba mientras leía esos raros símbolos que los humanos utilizaban para comunicarse. Desde pequeña aprendió el valor de la prudencia y la diplomacia. Mantenía un perfil bajo y cuando los humanos se acercaban al pequeño estanque casi nunca se fijaban en su presencia. Ella disfrutaba de esa posición y prefería que los ojos estuvieran sobre su hermosa hermana. Siempre se alimentaba de las sobras que llegaban al fondo.

Los ojos del chef, con su gran sombrero blanco, bordado a mano y tan grande como su cabeza se centraron el Cleopatra. La hermosa langosta disfrutaba las miradas de aquel enorme ser humano. Sentía que su belleza irradiaba e incluso hacia pequeños movimientos para agradar aun más al chef. Inmediatamente después unas grandes pinzas sacaron a Cleopatra del pequeño estanque ante los ojos atónitos de sus hermanas. Nunca habían visto que alguien las sacara del agua desde que eran pequeñas. Una gran olla con agua hirviendo se veía a unos metros. El chef levantó la tapa, y arrojo a Cleopatra en ella.

Los gritos de dolor de Cleopatra llegaron hasta a donde estaban sus hermanas. Tanto Clara como Clotilde gritaban de terror y tratando de animar a su hermana planeando una misión de rescate. Empezaron a tratar de escapar del estanque para ir en su ayuda pero todos los intentos fracasaron. Pronto los gritos de Cleopatra dejaron de escucharse. El terror se convirtió en llanto. ¿Porque si aquel humano sentía tanto amor por Cleopatra la asesino de esa manera tan cruel? ¿Que suerte les deparaba a ellas después de ese trágico incidente? Clotilde buscaba información a su alrededor para poderse explicar ese tremendo atentado contra su hermana Cleopatra.

Pasaron muchos minutos y el chef abrió aquella gran olla. Con unas pinzas saco a Cleopatra y la puso sobre una mesa. De nuevo gritos de terror: Clara y Clotilde gritaban de horror viendo lo que el agua hirviendo le había hecho a Cleopatra que ahora figuraba deforme, hinchada y su particular belleza ahora eran muecas de terror y muerte. Un cuchillo brillante y filoso cortaba a Cleopatra ante los ojos estupefactos de sus hermanas. Clotilde pudo comprender lo iba a suceder a continuación: las tres tendrían el mismo final. Era prioritario escapar del estanque. Desgraciadamente también era imposible. Sabia que ella era la siguiente.

Cuando Clotilde había perdido su ojo a manos de su hambrienta hermana Cleopatra había llorado mucho. En el Olimpo la Diosa Atenea se había apiadado de ella. No le podia devolver su ojo pero le podia dar el don de entender el lenguaje de los humanos. Y así fue como Clotilde pudo aprender a leer todo lo que los humanos escribían. Clotilde recordaba a Atenea y con la esperanza de recibir ayuda de nuevo empezó a llamar a la diosa griega de la sabiduría. Sus plegarias parecían no llegar al Olimpo. Fue entonces cuando comprendió que su fin se acercaba: el chef abrir de nuevo el estanque e introdujo las pinzas.

Clotilde sintió el frío del aire tan pronto abandono el estanque. Sabiendo cual era su destino y con su ultimo aliento se despidió de Clara. El chef levanto la tapa de la olla, Clotilde sintió el vapor en la cara, se preparo para morir y cerró su único ojo. Cuando parecía que todo acabaría un fuerte temblor sacudió todo el lugar. El chef tropezó y aventó a Clotilde al suelo. Afuera se escuchaban algunos gritos. Clotilde se encontraba viva y en el suelo. El chef salió corriendo a ver que sucedía. Clara había cerrado los ojos para no ver la muerte de su hermana. Pronto se percato que su hermana esta viva en el suelo un poco golpeada.

Ambas hermanas empezaron a tratar de reunirse en el estanque pero resultaba imposible. Clara le grito a Clotilde que escapara y que se olvidara de ella. Clotilde se negó y empezó a utilizar su habilidad de lectura de letras humanas para buscar una solución. Lo mas que pudo leer fueron unas hojas que decían: “Langostas a la Mantequilla “. De nuevo se sintió un fuerte temblor. Las luces se apagaron. Este temblor hizo que el estanque se rompiera y Clara cayera también al suelo. Ambas hermanas se reunieron y se tomaron de las tenazas. El aire era muy frío y la cocina temblaba cada vez mas.

Pronto grandes cantidades de agua entraban por las ventanas. El agua era mas fría que el aire pero para las hermanas eso no era una razón de preocupación. La obscuridad era total. Pronto ambas salieron disparados y cayeron en agua salada. Clara pudo reconocer a muchos humanos inmóviles flotando en el mar. A lo lejos se escuchaban llantos. Uno de los cuerpos que flotaban era el del Chef que ahora ya no se veía tan blanco sino que tenia tonos azules. Clara gritaba de alegría: ¡esto era un milagro! Mientras las hermanas se hundían en el mar Clotilde con su único ojo leyó una inscripción en metal: RMS TITANIC.

Moraleja: Todo es cuestión de perspectiva y de entender nuestras circunstancias.

NOTA: Dentro de unos días (15 de abril 2019) se cumplen 107 años del hundimiento del Titanic. Hay un hecho del que se habla mucho y es que tanto el Titanic como sus dos hermanos: el Olympic y el Britannic tenia una maldición. Durante la Primera Guerra Mundial el Britannic golpeó una mina y se hundió. El Olympic tuvo varios accidentes pero el mas importante fue cuando colisionó con el RMS Hawke. A pesar de haber sobrevivido al impacto el incidente fue una tragedia. Tiempo después el barco llego a puerto  y se desmanteló. Lo que pocos saben es que en los tres incidentes hubo una mujer: Violeta Constanza Jessop. Ella estuvo a bordo del Olympic cuando se estrelló contra el Hawke (1911). Ella sobrevivió al Titanic cuando este se hundió (1912) y también sobrevivió al Britannic cuando se hundió en la Primera Guerra Mundial (1916). Violeta era una mujer Irlandesa nacida en Argentina. Trabajaba como enfermera y sobrecargo en la empresa que era dueña de los barcos arriba mencionados. Su apodo era: “Miss Unsinkable”.

Escrito por Edwin Carcaño Guerra y publicado el dia 15 de abril de 2016

Save

Foto del avatar

Escrito por Edwin Carcaño Guerra

Por más de 20 años se ha dedicado a investigar a las generaciones que actualmente conviven en el mercado latinoamericano. También ha realizado análisis acerca de los ciclos históricos y sociales de México.

Deja una respuesta

Foto del avatar

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

GIPHY App Key not set. Please check settings

El reto de los emprendedores en Latinoamerica

La España del siglo XXI: Los retos de Felipe VI