Bobby Fischer, uno de los nombres más legendarios en la historia del ajedrez, tuvo una infancia que marcó el inicio de su meteórica carrera. Nacido el 9 de marzo de 1943 en Chicago, Estados Unidos, Fischer mostró un interés por el ajedrez desde muy joven. Cuando tenía seis años, su hermana Joan le regaló un sencillo tablero de ajedrez. Aunque al principio parecía un pasatiempo más, pronto quedó claro que Bobby tenía un talento extraordinario.
El joven Fischer aprendió a jugar de manera autodidacta, explorando las reglas a través de libros y partidas simuladas. Con tan solo 13 años, ganó fama internacional al disputar la célebre «Partida del Siglo» contra Donald Byrne en 1956, durante el torneo Rosenwald Memorial. En esta partida, Fischer demostró un ingenio táctico y una creatividad pocas veces vistas en un jugador tan joven.
Antes de ese hito, Fischer ya había comenzado a destacar en torneos locales y nacionales. A los 14 años, se convirtió en el campeón de ajedrez más joven de Estados Unidos, un récord que mantuvo durante décadas. Su éxito en estos primeros torneos no solo reveló su talento natural, sino también su increíble disciplina y pasión por el ajedrez.
La infancia y los primeros años de competencia de Bobby Fischer no solo marcaron el comienzo de su carrera como campeón mundial, sino que también sentaron las bases de su legado como una de las mentes más brillantes en la historia del ajedrez.
Cada movimiento que hizo en sus primeros tableros dejó una huella imborrable en el mundo del deporte.
Gracias por leer: La infancia y los primeros torneos de Bobby Fischer: el origen de un prodigio del ajedrez
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