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Mundo Generacional… La Generación “X” en el Parque

La Generación “X” en el Parque: Llegó la hora de salir al parque a divertirse. El método de transporte de los niños “X” es la bicicleta. Modelos como la “Vagabundo”, “Vikingo” o “Campo Traviesa” eran las más comunes. Muchas ciudades eran seguras, así que los papás no se preocupaban de que sus hijos desaparecieran toda la tarde. Una de las primeras paradas era la tienda de la esquina. Ahí pedias un refresco de sabor y alguna golosina. Pronto tus demás amigos empezaban a llegar. Se organizaban carreras y juegos, todos de competencia, en los que solo había un ganador. Conforme fuimos creciendo el honor se volvió cada día más importante.

La Generación “X” en el Parque
La Generación “X” en el Parque

Todos tienen un apodo. Nadie se salva de ser llamado “La Torta”, “El Perro” o “El Negro”. Existían algunas jerarquías, ya que alguien más fuerte que tú tenía derecho a llamarte así. Sin embargo, uno más débil que tú corría peligro si lo hacía. Empezaban las discusiones por algún tema que no tenía sentido. A eso se le sumaba que alguien atacaba el honor del otro. La discusión se transformaba en un debate de ataques personales. Se daba el primer empujón. Los gritos a coro: ¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea! Gente cercana corría a ver el espectáculo. Dos pequeños gladiadores se iban a dar con todo.

Empezaban los golpes. Prohibido tener piedad, ya que el honor estaba de por medio. La lucha no tenía reglas. Podías agarrar polvo de la calle y aventarla en la cara del rival. Los golpes de “Conejo” eran perfectamente legales. Las patadas eran con todas tus fuerzas. Al final, los puños de uno de los combatientes empezaban a hacer mella en las capacidades de defenderse del otro. Poco a poco su guardia cesaba de protegerlo. Se preparaba el golpe del “Fatality” y en ese instante todos se metían a separar a los beligerantes. Había un ganador al que todos celebraban. El perdedor cargaba con la humillación.   

Todos estos eventos han sucedido sin ninguna supervisión de adultos. Las reglas son callejeras y prácticas. Acusar era grave, ya que faltabas al código del silencio. Sin embargo, la paz llegaba pocos días después cuando los dos combatientes se daban la mano y así se cerraba el círculo. Ambos mantenían su honor por pelear y luego respetarse. Llegaba la puesta del sol y todos regresaban a sus casas. La cena los esperaba. Lo más común eran los sándwiches de jamón y queso o las quesadillas. Así pasaron los años y ese entrenamiento callejero y pragmático educó a la generación más emprendedora de la historia de México: La Generación “X”.   

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Escrito por Edwin Carcaño Guerra

Por más de 20 años se ha dedicado a investigar a las generaciones que actualmente conviven en el mercado latinoamericano. También ha realizado análisis acerca de los ciclos históricos y sociales de México.

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