Nunca había sido una fanática de los videojuegos, hasta que lo conoció. Un apasionado de las aventuras digitales.
Fue así como decidió darle una oportunidad a ese mundo que tanto le intrigaba.
Una tarde, él, con una sonrisa cómplice, le propuso tener una cita diferente. Imaginó una cena romántica o tal vez un paseo por el parque, pero la realidad la tomó por sorpresa: “Vamos a explorar una ciudad virtual y enfrentarnos a monstruos”, dijo él emocionado, mientras encendía su consola y le pasaba un control lleno de botones.
Al principio, ella estaba perdida. Su personaje no dejaba de girar en círculos, y cada vez que intentaba atacar, su espada volaba en dirección equivocada. Él, sin perder la paciencia, le explicaba cómo moverse, saltar y luchar. Aunque parecía simple, para ella aquello era más complicado que cualquier partida de ajedrez rápido que hubiera jugado.
Todo iba a un ritmo descontrolado y los monstruos no esperaban a que ella entendiera los controles. Se estaba estresando tanto…
Sin embargo, algo cambió cuando llegaron a una misión especial: proteger un castillo de un ejército enemigo. Ella, desesperada, presionó botones al azar, y para su sorpresa, logró lanzar un poderoso hechizo que salvó a su equipo justo a tiempo. Él la miró sorprendido y dijo: ¿Cómo hiciste eso?.
Ella solo se encogió de hombros, pero por dentro se sintió como una estratega maestra que había vencido a su oponente en una jugada inesperada. «Fue una movida no calculada».
A medida que pasaban las horas, Ella comenzó a disfrutar de la experiencia. Cada misión era un nuevo desafío, empezaba a sentirse cómoda y trabajar en equipo se convirtió en algo emocionante.
Por primera vez, entendió por qué él amaba tanto ese mundo virtual. Más que un simple juego, era una forma de conectar, de reír juntos y de superar retos como un equipo.
Cuando la partida terminó, él le ofreció un refresco y le dijo: “Fue la mejor cita que he tenido”. Ella sonrió, recordando cómo había salvado el día con su hechizo. Aunque aún prefería los paseos al aire libre, entendió que lo importante no era el lugar, sino compartir momentos especiales, incluso si esos momentos sucedían en un castillo digital rodeado de monstruos.
Gracias por leer: La cita virtual
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