En la guerra a veces tienes superioridad numérica. También habrá ocasiones en la que contarás con tiempo para atrincherarse, mientras tu enemigo marcha hacia ti. Ocurrirá que conoces el terreno mejor que nadie y tienes todos los elementos a tu favor. En estas circunstancias te vas a encontrar con que, si haces bien las cosas, la victoria te va a pertenecer. Sin embargo, al igual que en el ajedrez, nada de esto sirve si no tienes una superioridad mental. Si no dominas el arte de la guerra estás perdido. Aunque tengas los más modernos equipos al final vas a terminar huyendo. Así ocurrió en La Batalla de Cerro Gordo, Veracruz.
Corría el año 1847 y las tropas Yankees estaban invadiendo el territorio mexicano. Al mando del ejército mexicano estaba el hombre más incompetente de la historia: Antonio de Padua María Severino López de Santa Anna y Pérez de Lebrón. Incapaz de ganar una batalla, este individuo había demostrado su incompetencia. Fue derrotado por el ejército americano en todas las ocasiones. Pero ahora parecía que había una posibilidad de éxito. Si el invasor avanzaba de Veracruz a Puebla este podría ser derrotado. Había que posicionar la artillería pesada en el terreno montañoso.
¿Qué podría salir mal? Se contaba con 40 cañones pesados y 2,000 jinetes armados. Las posiciones estaban sólidas y un ataque frontal costaría muchas vidas estadounidenses. El tema es que unos de los comandantes americanos era el genio Robert E. Lee. El arte de la guerra dice que el buen uso de los espías es un arma letal. El ejército americano empezó a sobornar a los lugareños para que estos les dieran el mapa de caminos de la zona (Una mordidita pues). Tras conseguir toda la información de cómo se conectaban los cerros, los Yankees empezaron a maniobrar.
Los mexicanos estaban demasiado atrincherados. Su posición era muy rígida y no podían moverse. El 17 de abril la ofensiva comenzó y los comandantes mexicanos veían venir de frente a los norteamericanos. Al principio todo parecía ir como se había planeado. El problema era que mientras esto sucedía, una división de infantería estadounidense estaba rodeando las posiciones mexicanas. A pesar de que la caballería mexicana logró causar grandes bajas entre los invasores, no fue suficiente. El peor momento fue cuando por la retaguardia aparecieron soldados enemigos. El pánico cundió entre la tropa nacional.
Los mexicanos empezaron a correr en todas direcciones sin ningún orden. Este momento fue aprovechado al máximo por las tropas americanas. La derrota terminó siendo total. La moral mexicana se hundió ante la imposibilidad de lograr una victoria en contra de los Yankees. El gobierno mexicano empezó a buscar la paz a cualquier costo. Como consecuencia de esta derrota, el 12 de mayo del mismo año, cayó Puebla sin disparar un tiro. Si no conoces a tu enemigo y no te conoces a ti mismo, jamás vas a conseguir una victoria. Además, tener a López de Santa Anna al frente, era nefasto para México.
GRACIAS por leer: La Batalla de Cerro Gordo
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